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El legado andalusí en Aragón

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Ruta 3. La cara andalusí del Moncayo
Ruta

Ruta 3. La cara andalusí del Moncayo

Cinco rutas del legado andalusí en Aragón.
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Etapa 1 De Torrellas a Tarazona

A pocos kilómetros de Tarazona, en Tórtoles y Torrellas, es posible visitar dos mezquitas rurales de época mudéjar que son las únicas conservadas en Aragón junto a la de Calatorao. Son muestra de la convivencia de ambas religiones y culturas hasta que en el año 1526 se ordenó la conversión de todos los mudéjares.

Visita indispensable en Tarazona es su Catedral, magnífico ejemplo de cómo el legado andalusí se mantuvo siglos después en las bellas celosías de su claustro, que siguen el modelo de las de la Sala de las Dos Hermanas del Palacio de los Leones de la Alhambra de Granada, y su espectacular cimborrio mudéjar levantado por el maestro mudéjar Alí Pex. Tras visitarla asciende hasta las callejuelas del barrio del Cinto, la antigua morería

Etapa 2 Borja y Magallón

Desde Tarazona esta ruta te conducirá de nuevo a Saraqusta atravesando el valle del río Huecha, que vertebra la actual comarca de Campo de Borja, cuyo paisaje de vegas, campos y huertos constituyen un legado andalusí tan relevante como los torreones e iglesias mudéjares que jalonan sus localidades.

A las afueras de Magallón se mantiene en pie el ábside de la iglesia del antiguo monasterio dominico de Santa María. Un monumento cristiano donde pervive la huella andalusí en forma de bellas celosías de las ventanas. Desde aquí es un buen sitio para pasear por la vega del río Huecha siguiendo el rumor del agua de la red de acequias creadas por los íberos, romanos y andalusíes.

Castillo de Borja, el fortín de los Banu Qasi. En el siglo VIII el linaje andalusí de los Banu Qasi fundó este enclave que llama Burya que significa "fortín" en árabe lo que da idea de la relevancia del castillo que se construyó sobre el peñón rocoso que domina la localidad. De los restos conservados resulta muy difícil identificar cuales serían de la época andalusí pero ascender hasta él merece la pena por las impresionantes vistas del conjunto histórico de Borja y el Valle del río Huecha.

 

Etapa 3 Alberite de San Juan, Alquerías de Gañarul y Novillas

Huellas andalusíes. El legado andalusí de Alberite se concentra en la Plaza de la Iglesia. Allí se conservan los restos de otro torreón que atestigua la línea defensiva andalusí que hubo en esta zona en el siglo X, y, como el nombre indica, la iglesia de La Asunción. Las yeserías de sus ventanas comparten decoración con la decoración mudéjar del Palacio de Pedro IV de la Aljafería.

Enclave andalusí y mudéjar junto al río Huecha, se conserva este yacimiento que fue un asentamiento agrícola que seguiría el modelo de qarya o alquería fortificada. De hecho, son visibles varios metros de varias hiladas de grandes sillares de su torre. También de interés es la humilde ermita mudéjar del siglo XIV que constata el uso de este asentamiento rural durante varios siglos.

El torreón de Novillas es el cinturón defensivo del Campo de Borja, en este municipio ha puesto en valor el torreón andalusí hallado en el interior de una vivienda en 2010. Aunque sus sillares comparten su forma almohadillada propia de los castillos andalusíes, en este caso, responden a otro tipo de torres —llamadas buruy— que se establecieron en zonas agrícolas llanas como símbolo de poder, más que como fortín militar.

 

Etapa 4 Tauste, Alagón y Utebo

La necrópolis musulmana de Tauste es el cementerio islámico más grande de Al Andalus. Desde el Campo de Borja cruzaremos, en apenas 20 kilómetros, a las Cinco Villas. La silueta de Tauste se ve desde lejos gracias a su esbelta torre mudéjar cuya decoración sigue modelos almohades. Pero el legado andalusí más relevante es su inmensa necrópolis musulmana que, con una estimación de más de 4500 enterramientos.

Torres mudéjares a las puertas de Zaragoza. Antes de llegar a Zaragoza, merece la pena parar en dos localidades que conservan dos de los ejemplos más bellos de torres mudéjares, declaradas Bien de Interés Cultural: la torre de de San Pedro de Alagón sigue la estructura de alminar almohade y su decoración se basa en juegos geométricos formados con ladrillos mientras que la torre de Utebo sobresale por el colorido uso de piezas cerámicas de los talleres de Muel.

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