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El legado andalusí en Aragón

Con los cinco sentidos
Ruta 1. Gran ruta andalusí
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Ruta 1. Gran ruta andalusí

Cinco etapas para descubrir esta primera ruta del legado andalusí en Aragón.
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Localidad 1 Huesca. Wasqa, territorio de frontera

Fundada en el año 719, durante la extensión del Califato omeya, fue la ciudad más al norte de todo Al-Andalus. Una verdadera ciudad de frontera, como queda demostrado por su potente muralla, que durante siglos sintió de cerca como a apenas unos kilómetros al norte se iban organizando los reinos cristianos.

El Museo Provincial exhibe uno de los hallazgos más excepcionales es el Tiraz de Colls, descubierto en 1978 en la ermita de Colls, Huesca. Este fragmento de tejido de seda verde, decorado con geometría y escritura cúfica, es una prenda de distinción usada por califas, y es el único textil andalusí conservado en Aragón. Además también se muestra una destacada colección de cerámicas andalusíes, estas piezas, tanto humildes como exquisitas, provienen de las excavaciones de la Alquería de Las Sillas y los castillos de Alberuela de Tubo o el de los Zafranales que defendió Fraga hasta su conquista en 1149.

Localidad 2 Zaragoza. La gran ciudad andalusí

La Saraqusta andalusí recibió el nombre de Medina Albaida, la Ciudad Blanca por ser una ciudad repleta de casas con sus fachadas de yeso. Junto a Córdoba y Granada fue uno de los centros políticos, comerciales y artísticos de la historia andalusí de la Península Ibérica.

Dos de los monumentos con pasado andalusí y mudéjar de relevancia internacional: el Palacio de la Aljafería, sin duda el mejor testimonio de este esplendor que se mantuvo en época mudéjar, la Catedral de San Salvador y la Iglesia de San Pablo, llamada “la tercera catedral” y hasta lo alto de cuya torre se puede subir.

Espléndidas las torres mudéjares de Zaragoza capital, además de la de San Pablo, son de admirar las de la iglesia de Santa María de Magdalena, San Miguel de los Navarros y la de San Gil Abad.

Localidad 3 Calatayud. La ciudad fortificada

El legado andalusí de esta ciudad es patente en su nombre: Qal’a significa ciudad fortificada y Ayyub hace referencia a su fundador Ayyub ibn Habib al Lajmí, emir de Al-Andalus en el año 716. Su Castillo Mayor es la huella más visible de este pasado además de las fértiles vegas que la rodean cuyo origen está en la sabiduría andalusí para gestionar el agua.

Calatayud es la ciudad de las torres mudéjares, entre los siglos IX y X el poder andalusí construyó en esta ciudad el que puede que sea el recinto defensivo andalusí conservado más importante de España. A sus pies, se despliega el llamado Barrio de la Morería, donde ya en época de control cristiano, vivía esta comunidad. Pasear por sus estrechas calles nos traslada al pasado mudéjar que dejó en Calatayud otro monumento imprescindible, también declarado Patrimonio Mundial: el claustro y torre de la Colegiata de Santa María a la cual se puede ascender.

Localidad 4 Daroca. Cruce de culturas

Su Castillo Mayor corona su recinto amurallado, es la antigua alcazaba andalusí que dio origen a esta ciudad. Otras huellas conservadas son la Torre de San Cristóbal (s. IX) y el espacio arqueológico, bajo la sede comarcal, que ha sacado a la luz restos de unos silos de grano y un conjunto de viviendas andalusíes. Su importancia continuó en época mudéjar que ha dejado en Daroca el espacio urbano de la morería, el Palacio de los Luna y algunos de los primeros monumentos construidos en este estilo.

En torno al año 800, en este enclave del valle del Jiloca fue fundada Daroca como una plaza militar. Pronto se convirtió en un punto clave de las rutas comerciales y de convivencia de culturas que dio como resultado alguno de los primeros monumentos mudéjares como son la torre de Santo Domingo o el ábside de San Juan de la Cuesta.

Localidad 5 Albarracín. La joya andalusí junto al río Guadalaviar

Albarracín es una visita imprescindible en Aragón por su legado andalusí y por otras muchas razones que hacen que sea, de forma merecida, uno de los pueblos más bonitos de España. Un rincón escondido entre montañas y atravesado por el río Guadalaviar fue el lugar escogido por el linaje bereber Banu Razín para fundar un enclave defensivo que con el tiempo llegó a convertirse en taifa independiente en el siglo XI

A pequeña escala es un excelente ejemplo de creación de una ciudad andalusí en torno a un castillo (hisn) bajo el cual se desarrolló su medina. Su origen es una plaza militar por lo que es imprescindible ascender hasta el Castillo Mayor y la Torre del Andador que desde lo alto vigilaba el acceso norte a la ciudad. Igualmente singular es su espacio urbano que evoca plenamente el legado andalusí en sencillos detalles de su arquitectura popular.

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