Atea

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En una ladera de la sierra de Santa Cruz, cuya cima está coronada por la ermita de Santa Elena, se encuentra Atea. Las faldas de esta sierra guardan la ermita consagrada a San Lamberto. Otras tres ermitas exhiben su orgulloso perfil en las proximidades de la población: la de San Roque, del siglo XIII, junto a la cual puedes visitar una nevera de hielo bien restaurada; la de Santa Bárbara, con lápidas funerarias, y la de Nuestra Señora de los Mártires, en la antigua población de Sace.

Atea

En una ladera de la sierra de Santa Cruz, cuya cima está coronada por la ermita de Santa Elena, se encuentra Atea. Las faldas de esta sierra guardan la ermita consagrada a San Lamberto. Otras tres ermitas exhiben su orgulloso perfil en las proximidades de la población: la de San Roque, del siglo XIII, junto a la cual puedes visitar una nevera de hielo bien restaurada; la de Santa Bárbara, con lápidas funerarias, y la de Nuestra Señora de los Mártires, en la antigua población de Sace. La iglesia parroquial de la Asunción de la Virgen ocupa el centro de Atea. Te gustará ver los seis peirones primorosamente restaurados de las Almas, Santos Abdón y Senén, San Gregorio, San Ramón Nonato, la Virgen del Pilar y la Virgen de los Mártires. 

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